Caminando hacia el Cabo Polonio |
Estuve todo el día pensando en el mar. Cómo me gusta su sonido, me transporta a otra realidad. La suavidad de la arena y el ruido de los pájaros. Ese es mi lugar.
¿Qué se dirán mientras vuelan? ¿Cuál será su idioma?
La dura realidad me llamó y tuve que regresar. Los tacos altos, la pollera ajustada otra vez. ¿Algún día seré libre? En mi hogar también encuentro la felicidad y la paz. Hefestion mi gato fiel, siempre me saluda cuando entro con un tierno ronroneo. No sé si es por mí o por el plato de leche que sabe que le voy a servir. De todas formas no me importa. Muchas personas deben de actuar de esa manera y ni me entero.
Un ruido sordo me sobresalta.
- ¡Hefestion!
¡Otra vez el plato de leche derramado!
- ¡Maldición! ¡Es que no podés tomar la leche sin volcarla!
Odio la leche derramada y más aún limpiarla.
Pobre no tiene la culpa de mi mal humor.
En seguida lo acaricio y su lomo se levanta en un gesto de satisfacción.
Tengo que solucionar esto, no puedo volver de las vacaciones y estar peor que cuando me fui.
Me saco los zapatos. ¡Qué satisfacción!
El sillón cómodo del living me llama y me rindo dulcemente. Necesito un poco de música para relajarme, elijo a Enya. La música me lleva hacia el mar otra vez y todo se transforma en dulces recuerdos. Mientras no pueda volver con mi cuerpo estaré ahí con mi alma…
No hay comentarios:
Publicar un comentario