18 de julio y Ejido en época de mundial |
Este cuento lo escribí hace unos meses debido a la fiebre del mundial que atacó a todos los uruguayos.
¿Fútbol? Nooo, a mí no me gusta el fútbol. Es un deporte que incita a la violencia. A la gente civilizada no le gustan esas cosas de hombres de las cavernas. ¡Por favor!
Empezaba el mundial y no estaba nada entusiasmada. Tendría que sobrevivir a todo un mes de fútbol. ¡Qué horror! Pensaba mirar algún partido en el que jugaran los cuadros grandes. También miraría a Uruguay, pero sólo si no tenía otra cosa más importante que hacer. Y jugó Uruguay. Comenzó con empate, no fue tan malo. Por lo menos no perdió. No quedamos tan mal como otras veces.
En el segundo partido estaba un poco más entusiasmada. Fui con unas amigas a una cafetería a mirarlo. Si bien no le prestamos atención al partido en su totalidad. Salimos contentas. ¿Pero qué pasa con Uruguay? Parece qué está jugando bien. ¡Ganó contra el equipo anfitrión!
Después nos tocó jugar con los mexicanos. Ahora sí, con estos marchamos. Pero no fue así, ganamos. ¡Increíble! ¡No lo puedo creer! Estoy sorprendida. Qué lindo lo que estaba pasando. La gente tenía otro estado de ánimo. Voy caminando por la calle y en todas las esquinas se escuchaba hablar de Uruguay.
El sábado de mañana jugaba con Corea. Estos chinos nos van a matar. Pero quién sabe, son chiquitos. Quedé en encontrarme con una amiga en su casa. Se me hizo tarde de los nervios.
El día anterior me había comprado una revista porque salía con un póster de dos de los mejores jugadores del equipo uruguayo. Ahí comencé a observar que estaba actuando un poco extraño. Hacía un montón de tiempo que no compraba una revista de nada.
Iba caminando apurada con mi póster abajo del brazo y escucho goool! ¡No tenía con quién festejar! Empecé a correr. Llegué a la casa de mi amiga y me uní a sus festejos. ¡Me lo había perdido por nada! Al rato de estar sentadas en el living mirando la tele, Corea nos empata. Nos pusimos tristes. A los pobres coreanos los llenamos de insultos. Con este gol ellos nos habían empatado así que todavía teníamos chance de ganar. Después, nosotros les metimos otro gol. Volví a saltar contenta, y a abrazarme a mi amiga. Me asomé a la ventana a unirme al grito popular de gol de la calle. Después que me tranquilicé, me di cuenta lo desaforada que estaba ¿Yo gritando un gol por la ventana? Ganamos el partido.
Empezaba a preocuparme, algo raro me estaba pasando. Estaba horas mirando los programas deportivos. Todos los análisis de las jugadas. Esos programas estúpidos en los que siempre se pelean por el fútbol. Espero que esto no sea grave.
Se vino el partido contra Ghana. Como era un día de semana, me llevé el póster para colgar en la oficina. Mis compañeros protestaron y me impidieron colgarlo. ¡Manga de envidiosos!
En el primer tiempo, empezamos mal, nos iban ganando. Para el segundo tiempo me fui enojada del trabajo, estaba furiosa. Fuimos con una compañera a terminar de mirar el partido a la misma cafetería de la otra vez. En una de esas serviría como cábala. Estábamos todos los presentes atentos al monitor. ¡Empatamos! Gol de Forlán. Ese tiro certero, espectacular. Salté como loca y me abracé a la chica que tenía al lado que no conocía. Mi amiga Ana estaba petrificada en la silla, no se movía. Y esto... esto... recién empezaba... Los que sufrían del corazón, pobre de ellos, la que les esperaba... En los últimos minutos del partido pasó de todo. Uno de los mejores jugadores de Uruguay, en un acto desesperado, sacó la pelota con la mano justo cuando pretendía entrar en nuestro arco. ¡Penal! En un segundo todas nuestras ilusiones cayeron a tierra. ¡Ya está, marchamos!
¡Le va a errar, le va a errar! Pensaba tratando de hacer fuerza. Nuestro golero es mucho mejor que él. El jugador se preparó, corrió ¡le erró! Me puse a saltar. Terminó el partido, quedamos empatados. Los nervios me consumían. Me tomé el café qué había pedido hacía un rato, tratando de tranquilizarme. Me decía a mi misma: Es sólo un partido. ¡Es sólo un partido! No encontraba palabras que me tranquilizaran. Sufrimos un alargue sin goles, así que fuimos a los penales para sufrir aún más. Hacía tiempo que no pasaba tantos nervios. Nuestro golero atajó dos, erramos uno. Cuando Uruguay tiró el último penal, yo no había contado los goles, todos gritaban pero no sabía si el partido había terminado. Le pregunté al mozo, que me grita: ¡Sí se terminó, ganamos! Salimos a festejar, todo el mundo gritando por Uruguay en las calles. ¡Qué lindo!
Los goles y los penales los vi miles de veces, y al terminar siempre se me caía un lagrimón de la emoción ¡Qué me está pasando! Esta no soy yo. A mi no me gustaba el fútbol.
Al otro día fui a trabajar con ojeras. Los programas deportivos terminaban muy tarde y yo tenía que verlos todos. Hacía zapping para no perderme ningún detalle. Mi página de facebook desde hacía días se había transformado en la página de un fanático del fútbol. Sólo contenía enlaces a todas las páginas de los jugadores. Mi único tema era el fútbol. No hablaba de otra cosa. ¡Socorro!
Se aproximaba la fecha del partido que nos permitiría llegar a la final. La gente andaba nerviosa. En todos lados era de lo único que se hablaba, y yo era una más. Esta vez perdimos. Estuve con la cabeza gacha varios días. Aquel día llegué a casa llorando a pesar del buen desempeño de Uruguay. Otra vez me repetía: Es sólo un partido. La esperanza de ser campeones se esfumó. Seguimos participando y en el último partido también perdimos. No saldríamos ni siquiera terceros.
De todas formas, a pesar de la derrota, seguí mirando todos los programas deportivos, pero con bronca, cuando llegaba la parte de los goles que le habían hecho a nuestro cuadro, tenía que cambiar de canal porque me ponía a llorar.
Alicia, es sólo un partido. Me repetía constantemente. Pero esas palabras que me decía a mí misma no me alcanzaban de consuelo. ¿Será que sólo son partidos?
Se terminó el mundial, Uruguay salió cuarto, nuestro goleador Diego Forlán, se llevó el balón de oro, por haber sido el mejor jugador. A pesar de la derrota llegamos muy lejos.
Todavía me sigo preguntando si el mundial eran sólo partidos o algo más. El país estará esperando la llegada de los jugadores. Y yo estoy esperando que esta fiebre del fútbol se me vaya.
¿Cuándo empieza el próximo torneo? ¡Arriba Uruguay! ¡Qué la magia continúe!
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