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Minas |
- Dime tú gran árbol que lo sabes todo. ¿Cómo puedo descubrir los secretos del universo?
- ¿Por qué me preguntas a mí?
- He venido desde lejos, me han dicho que eres muy sabio.
- Es la sabiduría de los años. Quizás algún día puedas ser como yo.
- ¿Cómo lo has logrado tú, estando acá tan solo? ¿De donde viene tu saber?
- No estoy solo. Los duendes y las hadas me acompañan.
- No he visto a nadie a tu alrededor.
- Es que todavía no has desarrollado la visión.
- ¿De que visión me hablas?
- La visión del otro mundo. Te jactas de ser una gran bruja pero perteneces a un solo mundo.
- ¿Cómo te atreves a hablarme así? No me conoces lo suficiente como para decir eso de mí. He hecho los conjuros más difíciles. Mucha gente viene desde lugares remotos a mi cabaña del otro lado del bosque para pedirme ayuda.
- Entonces si tienes tanto conocimiento. ¿Por qué estás aquí?
- He venido sólo por curiosidad. Un forastero la otra noche me contó de ti y quise conocerte. Me dijo que eras un árbol muy sabio y que tienes todas las respuestas.
- Tengo todas las respuestas tanto como tú las tienes.
- No, no las tengo, quisiera conocer los secretos del universo pero ya veo que no quieres ayudarme.
- Sin desarrollar la visión nunca los conocerás.
- No me interesa ver a esos seres mágicos que tú nombras. Quiero poder lograrlo todo. Mejorar mis hechizos y ser la bruja más respetada de la región.
- Te voy a ayudar. Lo que tienes que hacer es tratar de percibir al otro mundo, sobre todo escuchar al viento, él trae sus mensajes.
- ¿Cómo me comunico con él? ¿Qué debo hacer para entender su idioma?
- Tienes que abrirte a la naturaleza. Si te entregas a ella, todos los secretos se te revelarán inclusive los del universo.
- No entiendo lo que dices, tratas de confundirme. No veo duendes ni hadas. ¡Lo único que veo es a un árbol viejo y engreído! Al viento tampoco lo escucho.
- ¡Están acá conmigo, esfuérzate en verlos, haz el intento!
- ¡Vamos gran bruja, escúchame!
- ¿Quién dijo eso?
- ¡Acá estoy! Soy el duende de las piedras blancas. ¿Acaso no me ves?
- ¿Lo oyes ahora?
- Sí, ahora sí, pero no lo veo, sólo oigo su risa.
- Los duendes son así.
- ¿Pero a dónde se ha ido? Ya no lo escucho.
- Está acá sentado sobre mis raíces.
- No logro verlo.
- Él ha permitido que lo escuches porque ha ido a tu mundo. Los duendes tienen facilidad para cruzar de un lado al otro. Esto ha sido una demostración. Ahora tu trabajo sigue.
- No sé, no sé… Ahora no estoy segura de haberlo escuchado. La duda me invade. ¿Por qué se fue?
- Fue sólo una pequeña muestra para que creas en nosotros.
- ¿Habré estado equivocada todo este tiempo? ¿Existirán los seres mágicos? ¿Habré perdido el tiempo con mis hechizos?
- No, no has perdido el tiempo, el deseo de mejorar te ha traído hasta aquí. Pero no te quedes con eso solamente. El otro mundo está ahí para el que quiera verlo.
- No entiendo mucho ese mundo del cual me hablas, pero te agradezco gran árbol que me hayas permitido saber de él y disculpa mi ignorancia.
- La noche se acerca, será mejor que te vayas o no verás el camino y te perderás en el bosque. Y recuerda al viento. No te olvides de él.
- Trataré de hacerlo. Adiós gran árbol. Espero mejorar la visión y poder cruzar al otro mundo así como hacen los duendes. Prestaré más atención a partir de ahora a los mensajes del viento, quizá él me revele sus secretos…
Ta bueno!...
ResponderEliminarUna bruja moderna... jeje... sin tiempo para conocer los otros mundos!...