sábado, 7 de mayo de 2011

La libretita

Cuento publicado en el último libro del taller literario: "Escritores de medio tiempo".
¡El que no compró se lo perdió!


Estaba todo lleno de escombros y se hacía difícil caminar entre todo ese basurero. Me preguntaba a mí misma cual fue el motivo por el cual decidí hacer un atajo. Pero ahí estaba esquivando ladrillos y lastimándome los pies. Y peor aún estropeándome los zapatos. No tenía muchos zapatos. Siempre preferí un calzado más cómodo. Por eso sentía más rabia. Igual algo me decía que siguiera…
Había muebles viejos y deteriorados alrededor. Me enganché un pie en unas maderas que había en el piso. Mientras trataba de zafarme vi algo tirado que me llamó la atención. Era una libretita con las tapas casi  sueltas. Estaba dentro de un cajón roto que habría pertenecido a algún mueble. Me agaché para levantarla, teniendo mucho cuidado que no se rompiera y la sacudí. Las páginas estaban un poco sucias. Comencé a hojearla. Estaba escrita con lápiz, lo que dificultaba la lectura. En una de las hojas encontré unas frases interesantes: “…cruzar el umbral para llegar a otros planos…”, “…dominar los cuatro elementos…”. Lamenté que las frases estuvieran incompletas. Eran apuntes muy extraños. La guardé en un bolsillo y seguí caminando hasta atravesar toda la casa derrumbada y llegar al otro lado. Me prometía que era la última vez que se me ocurría hacer algo así.

-         Decime Marisa, en la casa de la esquina ¿quién vivía?
-         Ni idea.
-         ¿Hace mucho que está en ese estado?
-         Sí, desde que me conozco está así. No se sabe quién es el dueño ni quién vivía. ¿A qué se debe tu interés? Mejor no te acerques demasiado…
-         ¿No? ¿Por qué?
-         Se cuentan historias, pavadas…
-         ¿Que clase de historias? – contesté intrigada.
-         Nada, leyendas urbanas.
-         ¡Y ahora me lo decís, qué acabo de pasar por ahí!
-         ¿Cómo que acabás de pasar por ahí?
-         Sí, corté camino, no tenía ganas de dar la vuelta y me metí por ahí.
-         ¡Estás loca! Primero porque siempre hay gente que se mete ahí a drogarse o a pasar la noche, y segundo porque todo ese lugar está encantado.
-         ¿Encantado? – largué la carcajada.
-         Sí, encantado o embrujado como le quieras llamar. La mayoría de las veces los que se meten ahí a vivir porque no tienen a donde ir no duran ni una noche.
-         ¿Quién te dijo todo eso? ¿Será verdad?
-         No sé, cosas que se dicen…
-         Bueno no será para tanto, a mí no me pasó nada.
-         Igual por las dudas no vuelvas a entrar, viste que nadie cree en brujas pero que las hay las hay…

Se me hizo tarde charlando con Marisa. Cuando me di cuenta que era de noche, me fui a las apuradas. No quería pasar por ahí otra vez. Por lo general no era de asustarme con facilidad, pero tanto cuento misterioso había logrado amedrentarme. Tenía la libretita en el bolsillo de la campera. No quería ni tocarla. ¡Para que la habré agarrado! Di la vuelta por la otra cuadra para pasar lejos de la esquina. No quería mirar para ese lado. Tenía la sensación de que alguien me observaba. Cuando llegué a mi casa, me pegué un baño caliente y me metí en la cama. Ya estaba más tranquila o trataba de convencerme de que era así.
Al otro día ya no me acordaba mucho del asunto, salvo cuando metí la mano en el bolsillo de la campera para agarrar un pañuelo. Uyy ahí estaba Dejé la libreta en la mesa del comedor y me fui a trabajar. No quería quedarme con ella pero tampoco quería tirarla. A la vuelta decidiría que haría.

De regreso me dispuse a seguir leyendo la libretita. Ya no me provocaba tanta desconfianza. ¿Qué me podía pasar? Una vez más me preguntaba por qué la que escribió todo eso usó lápiz. Apenas se veía y tenía que forzar la vista. Aunque pensándolo bien, yo también prefería escribir con lápiz cuando sacaba apuntes, para poder borrar y corregir con más facilidad. Mientras pensaba en eso me di cuenta de que hablaba de la persona que escribió todo aquello como si fuera mujer. ¿Sería mujer? Algo me decía que sí.

Daba vuelta las hojas con mucho cuidado porque algunas estaban sueltas. Encontré una frase que pude leer con claridad: “…estar atenta a las señales…”. La forma en la que esa libreta llegó a mis manos había sido extraña. ¿Eran esas las señales a las que se refería?
Estuve por largo rato rescatando frases sueltas, que no parecían tener relación, pero luego que las leía me daba cuenta que no era así.
 “…estamos todos interconectados…”, “… observar a mi alrededor…”, “… conectarme con mi esencia…”
Encontré dibujados unos símbolos. Al lado de cada uno de ellos había una palabra escrita en imprenta sin ningún significado aparente. Cualquiera hubiera pensado que era algo macabro pero mi intuición me decía que no. Estuve buscando en Internet su significado. Todos eran utilizados para dar energía o como protección. ¿De que me necesitaría proteger yo? Siempre fui bastante racional aunque tratando de dejar un pequeño espacio para el misterio. Nunca me había pasado nada que me hiciera pensar que el mundo era más de lo que los sentidos percibían, aunque siempre tuve esperanzas de que no fuera así. Por eso mis libros preferidos siempre fueron esos en los que se podían viajar a otros mundos, donde la realidad era la fantasía.

Pasaron varios días y yo andaba un poco distraída. Algunos conocidos me notaban rara. No andaba apurada como siempre. Trataba de ser más observadora. Me dejaba llevar por los consejos que sin querer había recibido. Me tomaba el tiempo necesario para mirar el mundo en el que vivía y encontrarme en él. Empezaba a disfrutar de cosas simples. Me sentaba al sol a no hacer absolutamente nada. Sólo a estar presente en ese momento. Encontré otras frases: “… unir lo femenino con lo masculino, el padre y  la madre…”, “…escuchar a la naturaleza…”, “ver las cosas con asombro”.   Parecía que las frases estaban incompletas por algo. ¿Era todo esto un acertijo?

Decidí que tenía que conocer más a la responsable de esos apuntes. Hoy iba a visitar a Marisa pero antes pasaría por la casa derrumbada.
Entré con un poco de miedo, pero tenía que hacerlo. Fui hasta el lugar donde había encontrado mi libretita, pero no había nada. Ni siquiera los cajones donde la encontré. El lugar estaba distinto, los muebles viejos ya no estaban. ¿Habré encontrado la libretita estando en otro plano? ¿Y eso me había permitido encontrarla estando en otro tiempo y espacio? Un ruido a mis espaldas me alertó.

-         Señorita ¿Necesita algo? – una señora de aspecto descuidado me preguntaba.
-         No, sólo pasaba por acá. ¿Vive usted en este lugar?
-         A veces, cuando no tengo donde dormir ¿Usted conoce a la chica?
-         Chica ¿de que chica me habla?
-         La que vivía acá hace años. Usted se parece a ella.
-         No, no la conozco, pero puede ser que tenga algo que le pertenece.
-         ¿Sí? ¿Qué cosa?
-         Unos apuntes viejos escritos en una libreta.
-         ¿Así? ¿Me los deja ver? – me dijo mientras se acercaba.
-         No los tengo aquí – le mentí.
-         Es una pena, yo te podría ayudar a descifrarlos.
-         ¿Cómo sabe usted que necesito ayuda?
El rostro de la mujer se tornaba más duro y se desfiguraba. Me estaba poniendo nerviosa.
-         Yo conocía a esa chica y sé de las cosas que escribía. Yo que usted no me quedaba con nada de ella…
Me acerqué a lo que fue en otro tiempo una ventana. Quería encontrar una forma de escapar de ahí. Comencé a pensar en los símbolos de protección que había en la libreta. Fue lo único que se me ocurrió.
-         No era mi intención tomar algo que no era… - cuando me volvía para contestarle, la señora no estaba.
¿A dónde se había ido tan rápido? Me asusté y salí corriendo. Me fui a mi casa, no iría a lo de Marisa.

¿Esa señora quién era? ¿Sería un fantasma? Daba vueltas en la cama. Me tapaba la cara con la sábana como cuando era niña. Estaba casi dormida cuando sentí una presencia en mi cuarto. Era una sensación extraña pero no me producía miedo. Me llamaba por mi nombre. Me levanté sobresaltada.
-         ¿Quién es? ¿Qué quiere?
-         No te asustes.
Una mujer estaba a los pies de mi cama, era muy joven. Su rostro tenía algo especial, me inspiraba confianza aunque nunca la había visto.
-         ¿Quién sos?
-         No importa quién soy.
-         ¿Sos la dueña de la libreta? Yo no quise…
-         La libreta es tuya. No la encontraste por casualidad.
-         Pero yo no entiendo nada de lo que dice. No sé si podré descubrir su significado. Aparte está casi destruida.
-         Lo más importante sobrevivió y ahora está en tus manos seguir este camino.
-         ¿Camino? ¿Cuál camino?
-         Todos tenemos un camino. Tú acabas de descubrir uno. Está en tí si quieres seguirlo o no.
Me quedé sin palabras. No sabía de qué hablaba pero a la vez sentía que había cosas nuevas destinadas para mí. Creo que se dio cuenta de mi incertidumbre cuando siguió hablando.
-         No te apresures en tomar una decisión. Esos apuntes los escribí hace mucho tiempo. Mi maestro me enseñó todo lo que está allí escrito. Es hora de que otra persona los utilice así como lo hice yo, y debes tener cuidado. En tu camino te vas a encontrar con muchos seres oscuros, como el que te cruzaste hoy.
-         ¿Te referís a la señora?
-         Sí, a ella. Tenés que tener la suficiente intuición y discernimiento para alejarte de la oscuridad e ir hacia la luz. Pero nunca le temas. La luz siempre triunfa. Usaste bien los símbolos hoy, lograste defenderte. Ahora me tengo que ir.
-         No te vayas, cuéntame más de ti.
-         Lo que te pueda contar de mí es irrelevante. Yo ya estoy en otro plano.
-         ¿Otro plano? De eso hablás en tus apuntes, de llegar a otros planos.
-         Eso lo tendrás que descubrir tú. No pierdas las esperanzas.
En un instante todo se esfumó. Abrí los ojos, me desperté. ¿Había sido un sueño?

Estaba sentada al sol como de costumbre mirando el cielo. Tenía la libretita en la mano. La había mirado cientos de veces. La abrí en cualquier página y observé algo que había pasado por alto hasta ese momento. Al final de algunas hojas había dos iniciales. ¿Serían las iniciales del nombre de la chica que escribió todo? ¿Por qué no le pregunté su nombre? Era muy probable que no la volviera a ver. Mientras me lamentaba pude entender por qué yo había encontrado la libretita. Mis iniciales eran las mismas. Había descubierto otra señal. Teníamos cosas en común ella y yo y por eso me había elegido.

Miré el cielo y agradecí a esa chica, que quién sabe donde estaba, por darme la oportunidad de conocer sus secretos. Todavía me faltaba mucho por aprender pero había dado el primer paso hacia un mundo desconocido y fascinante. Antes de cerrar la libretita fui hacia la última hoja y como una respuesta a mis preguntas encontré otra frase que no había visto. Juraría que antes no estaba allí, y que apareció para mí en ese instante, decía:
“La magia existe, sólo debemos guardar un espacio para ella y la encontraremos.”

CONTINUARA...  

1 comentario: